jueves, marzo 28, 2024
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VICTORIA DEL LIBERALISMO- ISIDRO O`SHEA

Por: Isidro O`Shea

@isidroshea

Desde el inicio de esta columna quiero hacer explícitos mis dos principales argumentos: 1) Lo sucedido en Afganistán no representa una guerra perdida y 2. Los seres humanos somos costales de contradicciones; respecto a la segunda, no estoy seguro de haber plasmado en letras, lo que verdaderamente pienso… aun así continúo.

Muchos han sido los noticieros; periodistas; especialistas, pero sobre todo políticos de oposición que han intentado estructurar una narrativa de una guerra perdida más por Estados Unidos, lo cual me parece algo sumamente alejado de la realidad. Dudaría un poco de mi, si esto no hubiese sido el discurso de los últimos días de políticos opositores a distintos gobiernos, teniendo como principal ejemplo al humanamente miserable Donald Trump, o bien de manera mucho más cautelosa, a la derecha española frente a las decisiones tomadas por Pedro Sánchez, señalando un “no sé qué” que está mal.

Lo preocupante no es Trump, lo preocupante es quienestienen el mismo discurso, pues no son pocos. Incluso, quizá haya aquellos, que no lo tenían y ahora lo tienen gracias a las declaraciones de este tipo de personajes.

Y es que comparar la derrota de la Guerra de Vietnam con la retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán, es – perdón por la frase hecha – comparar peras con manzanas, o quizá sí haya otra forma de decirlo: comparar guerras con intervenciones.

Escuchaba también a alguno que otro que recriminaba a Estados Unidos, y en específico al presidente Joe Biden, por decir que el objetivo estadounidense nunca fue implantar un sistema político en Afganistán. La crítica a dicha declaración se sustentaba en la estupidez de afirmar que ello era sinónimo de evidenciar que siempre las guerras de Estados Unidos eran un mero negocio.

En lo personal, no tengo elementos para señalar si son o no un mero negocio; sin embargo, sí puedo afirmar que la guerra en Afganistán iba mucho más allá de un negocio; incluso si Biden o cualquier otro presidente hubiese dicho exactamente lo contrario, fácil hubiera sido que tacharan a la nación norteamericana de querer conquistar territorios en pleno siglo XXI ¿O no?

Se debe primero que comprender que desde hace años las tropas estadounidenses no estaban realmente en una situación de guerra, tan es así que cada vez era menos popular el hecho de que las tropas se mantuvieran en Afganistán; por otro lado, cabe también decir que no fue Biden quien se comprometió a retirar las tropas, sino que fue Trump, factor que realmente me parece secundario para la presente discusión. La pregunta aquí debe ser: ¿Qué querían; qué esperaban; qué hubieran preferido todos aquellos que están criticando el accionar de Estados Unidos?

Lo anterior lo pregunto dado que aunado a que en Estados Unidos cada vez era menos respaldado el que se mantuvieran tropas en Afganistán y asimismo que hay evidencia de que los talibanes habían tenido que huir del país o bien ocultarse en las zonas más alejadas, también es cierto que hay un discurso alrededor del mundo – del cual los mexicanos somos parte – respecto a que Estados Unidos no quiere ceder la hegemonía del poder.

Con base en lo anterior, me parece alucinante que ahora muchos se quejen o hagan críticas simplistas respecto a la retirada de los estadounidenses. Ahora ya que nada nos parece correcto, pregunto: entonces, ¿cuál era la alternativa?

Expuesto el argumento de que somos costales de contradicciones o que simplemente nos encanta tener la razón en el debate público, como si debatir fuera un juego de suma cero, quiero ir al segundo punto: lo sucedido en Afganistán refleja una victoria del liberalismo.

Y es que ¿quién nos hubiera dicho hace 30 años, o incluso hace 20, cuando inició la intervención estadounidense, que se iba a lograrno solamentevolver marginales a las fuerzas talibanes, sino que también gran parte de la población afgana se lograría deshacer del bagaje cultural que les habían impuesto los talibanes?

Si bien es cierto que las instituciones no son la fuente exclusiva de la cultura, también es cierto que estas repercuten en la misma. Guardando toda proporción o incluso haciéndolo únicamente como analogía, se puede mencionar el caso mexicano respecto a la cultura y la cultura política en lo específico a partir de la alternancia en el año 2000. Las instituciones no cambian con la cultura de manera inmediata, ni la cultura con las instituciones, sino que sucede de manera sumamente lenta y paulatina, pero sucede en una autopista bidireccional.

Dicho ello, hoy que tanto se critica la retirada estadounidense, como si ellos fueran los únicos responsables de lo que sucede en el mundo, hay que observar la victoria del liberalismo en Afganistán, y es que hace 30 o 20 años, no nos hubiéramos imaginado que habría un periodo en el cual las mujeres podrían salir en la televisión y maquilladas; que iban a poder ser investigadoras universitarias; que iban, simplemente, a tener la posibilidad de salir a la calle sin la necesidad de la compañía de un varón.

Si fuera cierto la narrativa de la derrota, hoy no estarían cientos o miles de afganos y afganas intentando entrar a los aviones enviados por Bélgica; España; Suecia; Alemania o el mismo Estados Unidos. Incluso, así como hoy los niños mexicanos pueden no comprender lo que era el régimen priista del siglo XX, muchos niños afganos quizá aún no dimensionen lo que ha regresado a su país, porque simplemente no lo han vivido.

Si esto hubiese sido una derrota, no estaríamos viendo, a una profesora universitaria pedir empatía y auxilio para que las miradas se centren en lo que hoy sucede en su país.

Hoy más allá de que estén infundadas las críticas al gobierno estadounidense, deberíamos de comenzar, sobre todo como Estados – Nación, en la muy viable posibilidad de ayudar a Afganistán, de volver a hacerle frente a un régimen que tiene esclavizada a su sociedad; no se trata solamente de lo que los talibanes han hecho alrededor del mundo mediante actos terroristas, sino también de la sociedad afgana que indudablemente nos está pidiendo que les estrechemos la mano.

Si de verdad nos estamos dando cuenta de las amenazas a la democracia; al liberalismo; a los avances del último siglo, no debemos perder la oportunidad de mostrar que sí, que sí queremos un mundo donde prevalezcan las libertades y los derechos humanos.

La decisión quizá esté en los jefes de Estado y/o de gobierno, pero a ellos los presiona la opinión pública y esa está formada a partir de tu voz y la mía.

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