Flânerie et Dérive II. Ciudades espiral.
Me di cuenta que había crecido en una ciudad reticular cuando comencé a caminar habitualmente la calle Notre Dame des Champs en Paris. El trazo rectilíneo heredado del arquitecto griego Hippodamos había quedado atrás. Caminar sin la guía Paris Pratique en la mano era sinónimo de aventura, descubrimiento y un poco de zozobra; me sucedió las primeras semanas, hasta que Elodie me regaló la mía. Me di cuenta de que el trazo urbano había afectado tanto mi forma de habitar el espacio como de percibirlo mentalmente. En sentido estricto mi pensamiento espacial era equirrectangular, hipodámico, es decir cuadrado. Lo descubrí cuando pretendía tomar la calle Vavinpara llegar a Port Royale que yo percibía paralela a Raspail, mi lugar habitual; o que podía regresar por Assas de Port Royale y llegar a Vavin, la calle donde vivía Ximena. Sentí un gran alivio cuando descubrí que la calle Notre Dame des Champs me llevaba “derecho” hasta Port Royale. Fue como si el mar se partiera en dos y me dejara pasar. Mi pensamiento rectilíneo descanso, había encontrado una calle que conectaba dos puntos que en mi mente eran paralelos y que además marcaban dos sitios importantes de mi tránsito cotidiano. Cuando abrí mi Paris Pratique descubrí que no, su forma era más bien helicoidal. Había ciudades radiales, espírales. Gran descubrimiento. Paris escargot. La figura perfecta del trazo radial es la estrella de Charles de Gaulle, con el arco del triunfo en el centro desde donde se disparan 12 avenidas, entre las cuales se encuentran los Campos Elíseos y la Avenida de Neuilly o del Gran Ejército que se mira desde el Arco de la Defensa. También descubrí que había ciudades laberinto, Paris era una de ellas. Había que saber la combinación de la llave para no perderse. La clave era descubrir su código espiral. La ciudad tiene 20 distritos distribuidos en forma espiral, de tal modo que el primer distrito, es decir, el centro del caracol empieza en la pirámide del Louvre y el último, el distrito 20 termina en el cementerio del Père-Lachaise, con la muerte. Por eso dice Christlieb que la ciudad no es una metáfora, sino que la metáfora es una ciudad. Paris es a la vez una estrella y un caracol, como la galaxia espiral que tiene la misma figura. La ciudad luz está compuesta por polvo de estrellas, como el espacio. Una vez más el cosmos en la tierra.