jueves, abril 25, 2024
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Alberto Abrego- ENTRE COMILLAS

A 27 AÑOS DE LA MASACRE DE AGUAS BLANCAS

Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado y pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de igualdad”

José Mujica, demócrata expresidente de Uruguay

Ni un minuto de silencio, ni un recuerdo póstumo, ni un comentario para recordar la ignominia, ni una voz condenando la masacre. Sólo un número reducido de representantes organizaciones sociales recordaron los lamentables y hasta hoy impunes hechos. Han pasado 27 años ya y la impunidad se hace cada vez más fuerte al amparo del olvido institucional.

Este 28 de junio se cumplieron 27 años de la masacre de 17 campesinos integrantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, en Aguas Blancas, Municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero, que fueron emboscados por elementos de la Policía Judicial y de Seguridad Pública del Estado.

En su momento, distintos organismos nacionales e internacionales señalaron a los responsables intelectuales, la opinión pública también los acusó, pero hasta la fecha gozan de libertad e impunidad. Los señalados directamente fueron, el entonces gobernador de Guerrero Rubén Figueroa Alcocer y algunos funcionarios de su gabinete, pero nunca existió la voluntad jurídica ni política para llevar a proceso a los responsables. Actualmente, las autoridades encargadas de impartir justicia tienen otras prioridades, y entre ellas no está investigar y esclarecer esta matanza que lastima la memoria.

En aquel momento, de manera inexplicable la Procuraduría General de la República se negó a atraer el caso, a pesar de los múltiples testimonios que señalaban la responsabilidad del entonces gobernador. Ni el gobierno de Ernesto Zedillo, ni el de Vicente Fox, ni el de Felipe Calderón, ni el de Enrique Peña Nieto quisieron dar justicia a las víctimas y familiares de la masacre, y no parece que la actual administración pretenda hacerlo.

Y tal parece que la justicia ya nunca llegará a este caso, que es de vergüenza nacional. Y en la memoria quedará que 17 campesinos guerrerenses fueron asesinados por exigir solución a sus demandas agrarias, por luchar por mejores condiciones de vida en el campo para ellos, para sus familias y su comunidad.

Todos sabemos que la masacre de Aguas Blancas, perpetrada desde la trinchera de las autoridades y cuerpos policíacos, fue una estrategia y proceso de represión con claro mensaje hacia otros movimientos al interior del país, sobre todo de Chiapas, en ese momento.

La represión en México es histórica, no ha cesado, es parte de nuestros gobiernos y desgraciadamente hasta de nuestra cultura. Tlatelolco, el 10 de julio, Aguas Blancas, Acteal, Atenco, los 43 estudiantes de Ayotzinapa, Nochixtlán Oax, sólo por citar los más recientes y significativos, son muestra de que es una costumbre histórica de nunca acabar. Por ello, tampoco ha cesado la resistencia social que la violencia gubernamental engendra.

Vemos con indignación y desesperanza cómo pasan los años y los gobiernos, y ninguno tiene la voluntad de hacer justicia, ni de esclarecer ese pasado tan doloroso.

Mario Benedetti dijo alguna vez que ningún pueblo puede alcanzar una verdadera paz si tiene un pasado pendiente, y nuestro país tiene –por desgracia- un pasado con muchísimos pendientes. Nuestra sociedad puede ser –y lo ha sido- consecuente y muy paciente, pero la memoria es selectiva e inclemente, y en el registro de la historia quedará por siempre esa vergüenza histórica que abona al resentimiento social, sobre todo de esas 17 familias mutiladas del sostén sobre el que se afianzaban.

Sabemos que existen muchos pendientes históricos, pero si el gobierno decidiera investigar y sancionar a los responsables, estaría dando una respuesta de un verdadero interés por el respeto y la vigencia de la justicia y los derechos humanos en nuestro país. Lo que se va tornando preocupante y peligroso es que poco a poco se afianza la percepción de que la justicia sólo se logrará cuando el pueblo la construya, porque desde el poder, sólo hay impunidad y olvido.

Hoy por hoy se mantiene vigente la demanda de justicia para los 17 campesinos asesinados.

Demasiados agravios, nulas respuestas, tristemente hoy, a 27 años ya casi no hay memoria ni voluntad para preguntas…

RÁPIDAS MEXIQUENSES. En la toma de posesión, Amalia Pulido Gómez, de 33 años, Doctora en Ciencia Política y nueva presidenta del Instituto Electoral del Estado de México declaró: “No me entregan un cheque en blanco, me entregan la enorme responsabilidad de brindar certeza, objetividad, independencia e imparcialidad a la ciudadanía, anteponer la voluntad ciudadana por encima de cualquier interés particular”. Se ha hecho costumbre entre los funcionarios declarar lo obvio, veremos el próximo año qué tan objetivo, independiente e imparcial es su trabajo, sobre todo porque cuenta con señalamientos serios de sus vínculos con el PRI y el actual gobernador Alfredo del Mazo.

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