Mientras se agotan los tiempos de impugnación de la jornada electoral de gobernador del pasado 4 de junio, donde las inconformidades centrales corren a cargo de Morena y el Partido del Trabajo, los sectores del PRI se alistan para la defensa del voto y de su triunfo en las urnas. La diferencia a favor del candidato, Alfredo del Mazo Maza, es de 2.7 por ciento respecto a Delfina Gómez, de Morena.
El blindaje legal y público del triunfo le toca al equipo de abogados del PRI y a su representación ante el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM); pero la protección política de la victoria la tienen que asumir todos los cuadros y militantes del partido, porque algunos de ellos ya se están durmiendo en los laureles con sueños guajiros de que por ellos se ganó la contienda.
Obvio, a estas alturas hay quienes no pueden ni asomar la cara de vergüenza por la arrastrada que les dio Morena en municipios claves como Ecatepec, Tecámac, Coacalco, Izcalli o Tultitlán. En estos municipios donde los principales responsables son los alcaldes priistas en turno seguramente ya se hace una evaluación para saber si la derrota fue por brazos caídos o hasta por una incidencia contra el propio Del Mazo.
Habrá que analizar a la perfección el papel que tomaron diversas corrientes priistas en la elección del 4 de junio. Por ejemplo, los resultados de la estructura electoral del magisterio, tanto federal como estatal; también ver la efectividad del anquilosado Movimiento Antorchista y de otros grupos que en estos comicios de gobernador quedaron a deber.
Alfredo del Mazo y el PRI deben estar agradecidos con la estructura del voto duro y la operación política de algunos gremios que dieron el todo por el todo para superar la advertencia de una eventual derrota.
En números fríos analistas internos del tricolor dan como clave del triunfo a la efectividad del llamado consorcio tricolor denominado “Más Fortalecimiento Partidista” (MFP) que comandó el conocido operador y personaje cercano al candidato, Juan Pedro García.
A MFP se le adjudican de manera directa entre 400 mil y 450 mil votos, adicionales al 1 millón 600 mil sufragios de la estructura territorial del partido. Queda claro que la confianza que Del Mazo Maza depositó en Juan Pedro, al traerlo de regreso a sus huestes, se vio reflejada en los votos y en la victoria. De no haber sido por la intervención de Juan Pedro, cuya chamba es ganar elecciones, en este momento hubiera una tragedia de verdad en el PRI. Y hay que tomar en cuenta algo sumamente preocupante, que operador por excelencia de Del Mazo tuvo que enfrentar la falta de apoyo y hasta enfrentamientos directos el propio partido, como si algunos dirigentes fueran los enemigos del futuro gobernador.