martes, noviembre 5, 2024
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Serrat y Sabina, dos migrantes en México

REDACCIÓN

Los años buenos y malos han pasado por ellos, sin duda alguna; tanto en apariencia como a través de sus voces, es innegable el paso del tiempo: Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943) y Joaquín Sabina (Úbeda, 1949) se han convertido en dos músicos longevos, seguramente por ello derrochan profesionalismo y muestran férreas hechuras sobre el escenario.

Pocos minutos antes de las 21 horas de ayer viernes, la gira “No hay dos sin tres” pisó suelo mexicano, al presentarse ambas leyendas españolas en el Auditorio Nacional ubicado en la Ciudad de México. El concierto comenzó con un clásico del repertorio propio del poeta nacido en Jaén, así «Está noche contigo» arrancó las primeras palmas del público asistente, el cual casi ocupó en su totalidad las localidades del recinto.

Tras dicha interpretación en donde lució el guitarrista Antonio García de Diego, tanto Serrat como Sabina pronunciaron algunas palabras acerca de la condición actual por la cual vive Europa, achacándole a tal motivo la presencia de ambos artistas en Latinoamérica; los dos bromearon con el público al afirmar que decidieron cruzar el Atlántico porque en estas tierras casi no hay problemas en la actualidad: como “ejemplo” de tal situación de calma, mencionaron a los países sudamericanos Chile, Colombia, Ecuador y Bolivia.

Con respecto a la situación política en esta última nación mencionada, y en un tono más serio, se pronunciaron en franca admiración a la decisión del actual gobierno mexicano de dar asilo político a Evo Morales, ex presidente boliviano; por ello, argumentaron, “pensamos que también ustedes podrían darles asilo a estos dos españoles en México…”.

Tras dicho momento de reivindicaciones políticas, Serrat interpretó el mítico tema «Tu nombre me sabe a hierba”, seguido de “Aves de paso”, la cual cantaron a dos voces. Al finalizar este tercer tema, el público ya se hallaba entregado a la presentación del catalán y el madrileño, quienes se hicieron acompañar en el escenario por sus habituales escuderos: en el caso de Sabina, fue cobijado por Antonio García de Diego y “Pancho” Varona, además de la presencia cada vez más cotidiana del saxofonista José Miguel Sagaste, seguido de Laura Gomez en el bajo y Pedro Barceló en la batería. Por parte de Serrat, no faltó la figura de su fiel acompañante, el pianista Ricardo Miralles. En los coros lucieron las voces de la ya habitual Mara Barros, así como de Sofía Mohamed.

Conforme el concierto avanzó, ambos cantantes se vieron cómodos en el escenario. Serrat brindó su primer gran momento vocal al interpretar un ya memorable tema de Sabina, «Una canción para la Magdalena”, lo cual produjo un ambiente de gran emotividad. El catalán no dejó que tal ánimo se rompiera y echó mano de «Es caprichoso el azar”, cantada junto a Mohamed, quien demostró una alta calidad de voz, misma que fue reconocida por el público tras brindarle aplausos efusivos.

 

No hay dos sin tres

El concierto arribó así a su mitad de duración, tras ello aparecieron temas muy potentes en el repertorio de Joaquín Sabina: «Por el boulevard de los sueños rotos» le dio el primer toque mexicano a la velada; después el hombre del bombín hizo sonar un sólo acorde que da inicio a una de sus más valiosas joyas musicales, tema con el cual desde hace varias décadas en cada concierto provoca los gritos y aplausos de sus seguidores, «19 días y 500 noches» fue uno de los momentos más intensos de la sesión nocturna.

Cuando el ánimo se hallaba en registros afectivos muy cercanos a la excitación, Serrat otorgó un pasaje de remanso e importante virtuosismo vocal, esto al interpretar «Tu nombre me sabe a hierba» y «Nanas de la cebolla», poema escrito por Miguel Hernández en 1939, mientras el poeta estaba preso. Al finalizar dicho tema, el catalán enjugó una lágrima que resbaló por su mejilla izquierda.

Sabina reforzó el espíritu nostálgico y reflexivo impuesto por los cantos de su compañero, pues de su voz se escuchó la melancólica y casi testamentaria «Peces de ciudad», seguido del que podría ser el himno de Joan Manuel Serrat: «Cantares», tema incluido en el disco «Dedicado a Antonio Machado», el cual data del 1969. Por si fuera poco, el haber interpretado tal clásico con altísimos niveles de emotividad, en el listado de canciones prosiguió «Lucía», en donde el artista de 75 años de edad derrochó magistralmente voz y expresión, haciendo una interpretación impecable. Teniendo ya ganado al público, sólo restaba continuar con «Mediterráneo» para culminar el acto: tres canciones le bastaron al «nano» para reafirmar por qué sobre el escenario es un ídolo en América Latina.

Se produjo un momento de pausa y ocurrió la presentación de la banda de músicos, quienes figuraban en las pantallas gigantes acompañados de algunos versos escritos para describirlos como artistas; ello sirvió para que Serrat y Sabina tras bambalinas se ataviaran como piratas, tras lo cual se escuchó «La del pirata cojo», tema con el cual el clima emocional volvió a ser festivo, cercano a la exaltación. Fue entonces que el público se puso de pie por vez primera durante el concierto, esto al corear «Princesa». En una montaña rusa de emociones, «Un mundo raro», de la autoría del músico guanajuatense José Alfredo Jiménez y en voz de Serrat, le dio un momento ampliamente calmo, suave y tenue a la noche, misma que no podía concluir sin que Sabina interpretara uno de sus máximos himnos: «Y sin embargo», al cual se le sumó la voz de su colega de andares artísticos.

El último toque mexicano surgió con «Noches de boda» y la multitudinariamente coreada por el público «Y nos dieron las diez», con lo cual se cerró el concierto. Después de que pocos espectadores comenzaron a enfilarse hacia las salidas del inmueble, los aplausos y chiflidos de la concurrencia hicieron aparecer de nuevo a los músicos españoles, los cuales ya en los bises cantaron a duo «Contigo», además de la creación de Serrat «Paraules d’amor», misma que Sabina —según afirmó— aprendió a cantar en catalán «para que su amigo lo respetara un poco más». El último tema escuchado sobre el escenario fue «Pastillas para no soñar».

A pesar de que tres cuartas partes de los fieles seguidores de Serrat y Sabina pidieron la salida, nuevamente, de ambos músicos junto a su banda, tal solicitud no tuvo respuesta positiva, ante lo cual el concierto oficialmente se dio por terminado faltando 30 minutos para que llegara la medianoche. La gira en México tendrá un concierto más durante este sábado 30 de noviembre, posteriormente visitarán Monterrey, Guadalajara, volverán a la Ciudad de México y concluirán en Querétaro.

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