POR Leazly VILLAR
Es poco lo que se ha avanzado en México en estos años de gobierno, particularmente en lo económico, y mucho lo que se aleja un futuro deseable. Ello se debe a la prisa por demoler o transformar instituciones y políticas del pasado, sin un plan actualizado y consensuado de mediano y largo plazos, de crecimiento, de inversión y de desarrollo global para México.
La sorpresiva aparición del Covid-19 ha agudizado esa problemática. Durante 2020, el segundo año de gobierno, la emergencia sanitaria ha golpeado sin misericordia la vida social y los ingresos de la población, los contagios continúan y a la par los negocios cierran, no solo son muertes humanas, también lloramos la muerte de nuestros negocios e ingresos.
Europa ha sido seriamente impactada. Sus economías tardaron algún tiempo en reaccionar; pero la terquedad de la pandemia ha tenido finalmente como respuesta un nuevo plan de recuperación económica de la UE en que por primera vez se rompe con el miedo a la deuda -posición sostenida tradicionalmente por Alemania- y se adopta un plan expansivo e imaginativo -¡liderado por Merkel!- que está constituyendo una ventana para la recuperación y la reconstrucción de Europa.
En Asia y, en particular, Asia del este -los 15 países integrantes del nuevo RCEP (Asociación Económica Integral Regional) que es un acuerdo de libre comercio(TLC) entre los diez estados miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) encabezados por China, Japón y Corea del Sur– la coyuntura y el futuro son más optimistas y estratégicos al unir y sumar fuerzas y potencias económicas.
Si bien los daños causados por la pandemia siguen siendo generalizados en otros países industrializados y emergentes, la economía de Brasil ya está mostrando señales tempranas de recuperación. La confianza en la gestión de crisis del gobierno y la actitud de la población han sido claves, según los analistas.
Una respuesta sanitaria más eficaz, políticas económicas anticíclicas y programas emergentes sociales y de inversión en infraestructura regional permitirán que algunas economías como las de China y Vietnam logren un crecimiento reducido en 2020 (3-4 por ciento) la mitad del histórico de los últimos 10 años, ¡pero crecimiento al fin! y eleven su ingreso por habitante. Más importante aún, los países del este de Asia están revisando ya sus planes de crecimiento y desarrollo de mediano y largo plazos para continuar su camino ascendente y ofrecer un mejor horizonte a sus habitantes en la era pospandemia.
La Sudáfrica de Mandela reconstruyó el país política, económica, social y culturalmente tras de un siglo de Apartheid. Madiba supo reconciliar, en cinco años como presidente, diferencias que parecían infranqueables del pasado con políticas incluyentes y de empoderamiento negro; emprendió con ayuda del que había de ser su sucesor, Thabo Mbeki, un proyecto de recuperación, inversión, desarrollo, empleo y cambio estructural, que permitió crecer 4 por ciento hasta 2008.
Este plan coincide con otros de países desarrollados y emergentes. Lo interesante es que parte de situaciones institucionales, económicas y sociales similares a las del México reciente.
La llegada de Biden a la presidencia exige la revisión y puesta en marcha de una nueva política más institucional con nuestro importante vecino y mayor socio comercial; pero también demanda la puesta en marcha de estrategias activas frente a China, Europa, Latinoamérica y el resto del mundo.
¿No habrá llegado la hora de que México abandone ideas preconcebidas, se adapte al nuevo mundo tras la pandemia y formule, acuerde e implemente un plan de recuperación y reconstrucción económica nacional con visión global?