MARÍA DEL SOL
La cantante que sólo en Dios encontró la paz que el mundo nunca le dio.
Monick Huitrón
Hoy toca abrir un libro lleno de páginas doradas que dan testimonio de una vida que ha sido dedicada al arte: la música, el teatro y la televisión. La protagonista de esta historia es una mujer cuya personalidad y carisma le han valido el cariño del público durante muchos años. Su talento y potente voz la han llevado a trascender en el tiempo y hoy la aplaudimos y la reconocemos como una de las grandes.
En el año 1974 María Del Sol empezó a escribir los primeros capítulos de este gran cuento que ha tenido de todo. En 1979 su nombre ya había hecho eco en el mundo de la música y después de ser nombrada “La Voz del Heraldo”, su carrera tomó un impulso tremendo que ha lo largo de 38 años de trayectoria, está convertida en una artista consagrada. Cómo olvidar sus majestuosas participaciones en diferentes emisiones del Festival Otti de los cuales conserva reconocimientos que la avalan como una de sus participantes más celebres y que a su vez, la llevaron a participar en festivales internacionales en los que también dejó huella, como el Festival internacional de la canción Yamaha, Viña del Mar, el Festival Agustín Lara, el Cervantino, entre muchos más.
Pero detrás del tremendo éxito profesional de María del Sol, hay una historia triste y muy difícil que pocos conocen; su padre murió cuando ella tenía seis años y doña Josefina, su madre tuvo que trabajar mucho para sacarla adelante junto a sus dos hermanos, por lo que prácticamente creció con su abuelita; vivía en un rancho y de niña sus únicos amigos eran los animales de la granja. Sufría de depresiones permanentes y fuertes que la pudieron haber llevado al suicidio. Desde muy pequeña estudió piano, obligada por su bisabuela. Cuando terminó la primaria la mandaron a estudiar a un internado en los Estados Unidos y esta experiencia la convirtió en una chica rebelde y sus depresiones y ansiedades se dispararon; en ésa época iniciaron sus problemas de alimentación y cuando se dio cuenta ya había subido 17 kilos. Pero fue a los 14 años cuando su madre la escuchó cantar un blues y se dio cuenta que tenía una gran voz: inmediatamente a llevó, contra su voluntad, a una y otra audición pero por los nervios, a María se le iba la voz. Una tarde, Luis de Llano la recibió en su oficina y ese encuentro le cambió la vida; ésa tarde, María decidió que sería cantante. Pronto empezó a cantar en una discoteca en Guanajuato y dos años después, se casó con el dueño del lugar; un hombre de 30 años. Las oportunidades empezaron a llegar y tuvo que mudarse a la Ciudad de México. En 1980 grabó su primer disco y la carga de trabajo y el éxito le empezaban a sonreír. Pronto se divorció y se volvió a casar el 1981. Fue en 1986 cando la canción “Un nuevo amor” la convirtió en una de las cantantes del momento. Pero ése gran éxito le trajo también momentos muy duros; trabajaba todos los días. Su marido era su representante y prácticamente la obligaba a cantar todas las noches sin darle descanso a su voz. Empezaron los maltratos y ofensas por parte de él, incluso, durante los conciertos, que dejaron su autoestima por los suelos. Sin mencionar las infidelidades de las que el mundo entero sabía. Hacia negociaciones a su nombre sin su consentimiento y ella, por no tener problemas, agachaba la cabeza y terminaba cediendo. Un día, la mandó a chicago para hacer una entrevista y una sesión de fotos, sin decirle que era para Playboy y que tendría que desnudarse. A pesar de ganar mucho dinero por su trabajo, María no recibía un peso porque el marido manejaba todas sus cuentas. Al final, después de siete largos años, decidió divorciarse y vino un enorme cambio en su vida: se fue a Nueva York y compró ropa nueva, bajó de peso, se transformó el cabello y como una guerrera, siguió su camino. Volvió a enamorarse y lamentablemente, volvió a vivir maltrato psicológico porque empezó a subir de peso y el marido la rechazaba; después de siete años, en 1994 nació su hija y al poco tiempo se separó de su pareja, un ejecutivo alemán. Su carrera continuaba dándole muchas satisfacciones, pero sus problemas depresivos y de ansiedad regresaron al enfrentar la terrible adicción de su hermano, el prestigiado actor Alonso Echánove a la cocaína y al crack. Ella, junto con su madre y su hermana, se convirtieron en el sostén y apoyo moral y económico del actor, lo cual la desgastó al grado de volver a comer de manera compulsiva. En 1996 María recibió una llamada de Yuri para pasar unos días juntas en Puerto Vallarta; la güera que conocía muy bien todos los problemas que enfrentaba su amiga, le habló de Dios; el 21 de enero de ése mismo año, María conoció de Jesús y se convirtió al Cristianismo cambiando de manera radical su vida, para siempre, encontrando una nueva forma de vivir, ya sin ansiedad, sin depresiones y sin miedos. Escribió un libro y se convirtió en conferencista que va por el mundo compartiendo su experiencia y diciéndole a la gente que no importa lo que hayas vivido, porque siempre hay una oportunidad para transformarte y dejar de sobrevivir, para empezar a vivir.