jueves, abril 18, 2024
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ENTRE COMILLAS – VOTAR SIN ANALIZAR

 

Por: Alberto Abrego

 

“Demasiados ciudadanos ignoran todo acerca de las elecciones, no digamos de la democracia, y son manipulados cuando la ignorancia es parte de la miseria de sus vidas”.

Daniel Cazés. Memorial de las elecciones de 1994. p. 10

El próximo domingo la sociedad mexicana elegirá a las personas que encabezarán gran parte de la clase política de nuestro país. Estarán en juego 21,383 cargos de elección popular, entre los que se renovarán 15 gubernaturas, la totalidad del Congreso Federal, 1063 diputaciones locales, centenares de ayuntamientos y millares de juntas municipales y cargos auxiliares, incluidas las 16 alcaldías y todos los legisladores de la Ciudad de México.

Definitivamente serán las elecciones más complejas y grandes en cuanto a números de la historia política mexicana. Se prevé la participación de más de 94 millones de ciudadanos inscritos en el padrón electoral y se instalarán más de 161 mil casillas de votación en todo el territorio nacional, y según estimaciones del Instituto Nacional Electoral (INE), será necesaria la contratación de 50 000 supervisores y capacitadores estatales.

Las campañas electorales llegan a su fin entre el subjetivo optimismo por un cambio y los que esperan que algo suceda para que las cosas sigan igual.

A menos de una semana de la elección, millones de mexicanos irán hipnotizados a sufragar – sin voluntad ni razonamiento, y sin sombra de un juicio objetivo-, por el color de la bolsa de una despensa, de una gorra o de una playera. Nadie, o muy pocos se preguntarán: ¿qué cambiará para el jornalero que trabaja a diario doce horas por 150 pesos?, ¿para el taxista que tiene que madrugar para aprovechar las “horas pico” del pasaje entre millones de autos a su alrededor?, ¿para el trabajador que tiene que invertir cuatro o más horas diarias para trasladarse en el transporte público?, ¿para el estudiante?, ¿para los maestros?, ¿para las miles de familias que han perdido a un ser querido por la inseguridad, o por la pandemia?, ¿para los policías, los burócratas o los profesionistas?

Por otra parte, ¿qué cambiará para los grandes empresarios, que tienen asegurado el futuro de varias generaciones de sus descendientes?, ¿y para los expresidentes?, ¿para quienes han sido alcaldes, diputados locales, federales, gobernadores y vuelven a repasar el ciclo?, ¿para quienes han sido dueños del poder por décadas?, ¿qué cambiará para el crimen organizado?, ¿y para el no organizado?

Salimos a votar por la necesidad real o inducida de expresarnos públicamente, o de hacer valer el supuesto poder de decisión que tenemos. Se percibe la deprimente normalidad de que los políticos no hayan hecho nada por su pueblo y que ahora, en sus campañas políticas no paren de gritar que ahora sí van a trabajar y que van a lograr el cambio eternamente prometido.

No tenemos certeza sobre gran parte de los candidatos, sobre sus bienes, negocios o sobre sus credenciales políticas; sí las tenemos, en cambio de muchos otros, pero no son historiales o datos que se puedan presumir. No podremos saber cuántos de ellos lograron poner su nombre en las boletas en base a negociaciones inconfesables.

Hoy en día, con toda la tecnología disponible a nuestro alcance, no es difícil encontrar datos de cualquier funcionario público o aspirante a serlo, pero muchos prefieren ignorar lo obvio en el afán de obtener una dádiva, una despensa o ser merecedor de un programa social a cambio de tachar un nombre en la boleta del 6 de junio. Son las prácticas clientelares de siempre, los votantes son conducidos sin voluntad y sin pedirles su opinión.

Todo mundo tiene derecho a equivocarse, pero emitir un voto sin analizar las opciones es una irresponsabilidad. Siendo pocas las opciones reales, hay que saber identificarlas, más en este país donde lo viejo se confunde con lo nuevo, y lo nuevo son solo formas con los mismos resultados de siempre.

RÁPIDAS MEXIQUENSES. La noticia de la semana definitivamente es la filtración de un audio en el que se escucha la voz de la candidata Gabriela Gamboa Sánchez, quien busca reelegirse como alcaldesa en el municipio de Metepec: “chinguen a su puta madre porque ustedes no saben operar”, “me cagué de risa”, “¿quieren putazos?,¿quieren putear a sus hijos?, sin pedos”, “sabes con la niña lo que puedo hacer ¿verdad?”, entre algunas otras frases muy mexicanas y acostumbradas en ciertos sectores. Afortunadamente la democracia en nuestro país permite el derecho de réplica, y la candidata ya aclaró que esa conversación está editada, pues suprimieron más del doble de la grabación, que esa conversación fue de julio del 2020 y que fue en respuesta a amenazas sobre sus hijos. Ah, bueeeno, siendo así…todo aclarado. Que siga la fiesta.

 

 

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