viernes, abril 19, 2024
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Papa lleva «cariñoterapia» a Hospital Infantil de México

*Niños enfermos de cáncer lo reciben con júbilo y alegría.  

*Su Santidad, aquí siempre será bienvenido, tenga la seguridad de que vamos a rezar para que Dios le siga dando luz y fortaleza. Usted es grande por lo que dice, pero es mucho más grande por lo que hace, le expresó la esposa del presidente Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera de Peña.

 

México.- Con los brazos abiertos, la sorpresa en el rostro, y una sonrisa en los labios, niños enfermos de cáncer dieron la bienvenida al Papa Francisco al hospital Infantil de México «Federico Gómez».

Durante el recibimiento en el Hospital Infantil de México «Federico Gómez», niños enfermos de cáncer extendían sus brazos al grito de ¡Papa Francisco te quiere todo el mundo!, cuando el canto de una jovencita de 15 años conmovió al pontífice, quien la escuchó atento entonar el Ave María.

A las 17:00 horas, el Papa Francisco arribó al hospital en donde su sola presencia provocó alegría y júbilo. Ahí, el líder religioso se tomó su tiempo: tuvo un abrazo y una bendición para cada uno de los 38 infantes que lo recibieron en el vestíbulo del auditorio Jesús Kumate, a quienes les pidió «oren por mí».

La esposa del presidente Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera de Peña, anfitriona en esta visita, conmovida por las escenas de amor entre los niños y el jerarca de la Iglesia Católica, esperó a que su invitado les diera la bendición y les obsequiara un rosario.

«Es un privilegio poder recibirlo, nos llena a todos con su amor y caridad. Los niños de México le abren con alegría su corazón y reciben con su presencia las virtudes de la fe y la esperanza.

Su Santidad, quiero que sepa que aquí siempre será bienvenido. Tenga la seguridad de que vamos a rezar para que Dios le siga dando la luz y la fortaleza que con gran humildad nos ha mostrado y que tantas enseñanzas nos ha brindado.

«Usted es grande por lo que dice, pero es mucho más grande por lo que hace. Su mensaje de amor y de paz es para todos. Por todo esto, desde el fondo del alma y llenos de alegría le decimos: ¡muchas, muchísimas gracias por acompañarnos!», le expresó.

Luego se hizo un silencio para escuchar las palabras del pontífice, que resonaron en las torres de la institución médica, donde pacientes y visitantes estuvieron atentos al mensaje.

«Quiero pedir a Dios que bendiga a todas las personas que trabajan en esta casa para la recuperación de los niños, porque no sólo con medicamentos se recupera la salud, sino también con cariño, que es muy importante para sanar».

«Es tan importante una caricia y una palabra de aliento para recuperar la salud», sostuvo luego de haber aplicado una vacuna contra la polio al niño José Rodrigo López, quien a su vez le regaló un dibujo.

Convocó a los niños a cerrar los ojos y pedir a Dios desde su corazón lo que quisieran y se oyeron murmullos de los infantes diciendo «queremos salud».

Además de Angélica Rivera de Peña, esperaban al Papa el doctor José Narro Robles y el director del nosocomio, José Alberto García Aranda, así como miembros del Patronato del Hospital.

Minutos después de que habló en el vestíbulo del auditorio, inició el recorrido por el área de hospitalización, donde los niños olvidaron por un momento su enfermedad y la emoción los hizo brincar de gusto al ver a Francisco entrar por las puertas de cristal y donde los gritos de ¡yo primero!, ¡yo primero!, ¡aquí estoy!

Los rostros de los doctores, enfermeras, no disimulaban la emoción de ver de cerca al Pontífice.

Las lágrimas empezaron a brotar en algunas mejillas, el Papa Francisco había entrado al área de quimioterapia, en donde con gritos de alegría veían en él una nueva esperanza de vida.

¡Papa Francisco te queremos! Era el grito recurrente durante su trayecto por el área de hospitalización y quimioterapia, donde el pontífice, no omitió a ninguno su saludo, los acarició, les dijo que los admiraba por su fortaleza y le dio su bendición.

Al entrar a la ludoteca, los niños Luz Elena Fuentes Mendoza y Lázaro Trejo Solís, lo esperaban y juntos tocaron la campana que se encuentra en el centro del salón, lo que significa que fueron dados de alta, salen sanos, libraron el cáncer.

Previo a llegar a la Ludoteca la pequeña Alexia Garduño Aladro, quien padece osteosarcoma, le dijo al Papa que le quería dar un regalo y el pontífice se emocionó al oír la voz de la jovencita que entonó el Ave María, situación que conmovió a la señora Rivera de Peña, quien no pudo contener sus lágrimas.

El jerarca de la Iglesia Católica donó al nosocomio un cuadro de una madre abrazando a su hijo.

El abrazo fue intenso, profundo. Rodrigo le tendió los brazos y Francisco lo recibió, el niño de cinco años se aferró fuerte del cuello del Papa y aquella postal conmovió a todo el Hospital Infantil «Federico Gómez» de la Ciudad de México, que el pontífice sacudió con una sesión de «cariñoterapia».

El líder católico anticipó su llegada al nosocomio unos 45 minutos. Regresó a esta capital procedente de Ecatepec en helicóptero, y en el Campo Marte abordó el papamóvil para dirigirse a su cita con los pequeños.

Mientras él recorría las calles de la ciudad, en una de las recepciones del hospital, un grupo de 38 niños, la mayoría de ellos enfermos de cáncer y leucemia, esperaban ansiosos al «santo Papa», cada uno acompañado por un familiar.

«Le quiero decir que muchas gracias por venir a México, y apoyar a todos los niños enfermos del hospital y de todo el mundo. Le pido que siga igual, ayudando a todas las personas, siendo muy honesto y amable», dijo a Notimex Jaziel Rafael Hernández Villarroel, de 13 años, vestido con un impecable traje gris.

A unos metros, Jonhatan Cruz Benítez expresó mucha felicidad por conocer al pontífice y le pidió ayuda para que salgan bien de sus estudios su primo, su tío y los suyos. «Papa, te quiero mucho», añadió.

«Que me ayude en mi salud y a todos los niños que estamos enfermos que nos sane. Quiero abrazarlo y pedirle que me sane, para ir con mi familia», exclamó Alicia del Carmen Quijada López.

No le salían las palabras a Alberto Abisail Hernández ante la pregunta: «¿qué le dirías al Papa?» Después de unos momentos logró concentrarse, afirmó estar emocionado por verlo y apuntó: «Que lo quiero mucho y que me bendiga».

La mayoría de los pequeños estaba en silla de ruedas. Eran de todas las edades, desde bebés prematuros hasta preadolescentes, algunos de ellos vestidos con sus pijamas, y varios con gorros tejidos en la cabeza.

Un grito de emoción y un aplauso sostenido se levantaron cuando Francisco entró en la sala e inmediatamente comenzó a saludar a los infantes, acompañado por la primera dama Angélica Rivera y el secretario de Salud, José Narro.

Una de las primeras niñas que saludó fue Ximena Sánchez Torres, de cuatro años, que tenía en su regazo un cartel escrito a mano con los nombres de 20 otros pacientes, para que el pontífice rece por ellos.

«Papa Francisco, mensajero de Dios, tú que con tus palabras nos traes paz, amor, alegría y mucha fe, gracias por querer a los niños», decía el texto. Cuando Bergoglio tomó la hoja, se giró hacia Rivera para comentar con ella esa petición que lo conmovió.

Luego continuó besando, abrazando y saludando uno a uno a los niños. Se tomó todo el tiempo necesario, sin importar el programa establecido. Bendijo la cruz de uno.

A un muchachito le dio una palmadita en la cara, acompañada con la frase «qué cara de pícaro». El menor le pidió un «selfie», una foto juntos, y el Papa aceptó sonriente.

Saludados todos los pacientes, Angélica Rivera dio la bienvenida al obispo de Roma y le aseguró que en ese hospital él siempre será bienvenido.

«Gracias por el cariño que tienen en recibirme; gracias por ver el cariño con que se los cuida y acompaña. Gracias por el esfuerzo de tantos que están haciendo lo mejor para que puedan recuperarse rápido», dijo Francisco al tomar la palabra.

«Es tan importante sentirse cuidados y acompañados, sentirse queridos y saber que están buscando la mejor manera de cuidarnos, por todas esas personas digo: ¡Gracias!», añadió.

Entonces acuñó un neologismo, al establecer que no sólo con medicamentos se cura sino también con la «cariñoterapia», porque muchas veces una caricia puede sanar.

Y eso fue lo que él hizo personalmente. Tras su discurso se acercó hasta José Rodrigo López Miranda, de cinco años, y le dio una vacuna líquida en la boca. Luego de tomarla, el niño le regaló un dibujo y le tendió las manos para un abrazo, que fundió a los dos en una imagen conmovedora.

«Le dije que mucho amor, él me dijo que lo quería a mí, me abrazó muy fuerte y me dio mi medicina, estoy contento», señaló Rodrigo a Notimex, justo después del encuentro.

Antes de despedirse, el Papa recorrió algunos pasillos del hospital y escuchó a una pequeña que le cantó el Ave María.

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