jueves, marzo 28, 2024
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ENTRE COMILLAS- ALBERTO ABREGO

LA INCLUSIÓN Y LAS PALABRAS

“Desnaturalizar el lenguaje, porque se considera un lenguaje machista es una estupidez…”

 Mario Vargas Llosa en entrevista con el periodista Jorge Ramos.

En términos de la Real Academia Española, la palabra inclusivo, significa “que incluye o tiene virtud y capacidad para incluir”, y consiste en aceptar que todas las personas somos iguales, con los mismos derechos naturales y sociales, independientemente de sus capacidades, edad, religión, etnia, género o preferencia sexual.

Cuando una sociedad discrimina en función de diferencias naturales o de preferencias, atenta contra los derechos básicos del ser humano y se fomenta la exclusión, y por tanto la desigualdad y la injusticia.

Los prejuicios institucionalizados en nuestra sociedad, adoptados por siglos hace que la exclusión comience en casa: “lavar los trastes es cosa de niñas”, “los hombres doctores, astronautas o ingenieros y las mujeres enfermeras, secretarias o cocineras”, “para qué estudias si eres mujer, mejor búscate un buen marido que te mantenga…”, “los hombres no lloran” o “lo que diga tu papá”.

Vivimos en un país donde nadie es igual y donde todos tratan de sacar provecho de sus diferencias, donde estamos a años luz de lograr una igualdad humanitaria, social, política y de género; donde nuestro gobierno está lleno de políticos que se aprovechan del poder y del erario, que en sus gobiernos no van a visitar jamás a las comunidades marginadas donde hicieron campaña, que golpean a sus mujeres, que discriminan y excluyen, pero que se llenan la boca mencionando a “las y los compañeras y compañeros”, a “la presidenta y al presidente”, “colegas y colegos” tratando de parecer inclusivos utilizando un lenguaje que es incorrecto, gramaticalmente desacertado que denota ignorancia y falta de respeto con el idioma de Cervantes, uno de los más ricos en expresiones y palabras para definir lo mismo.

El famoso “lenguaje inclusivo”, que está de moda en algunos grupos es todo un tema. Cierto es que la historia de la humanidad solo contiene pasajes machistas, nuestro idioma exhibe rasgos machistas porque el latín era machista, porque las sociedades tienen una historia machista, algo que se está tratando de cambiar en una lucha constante por la igualdad de derechos en cuanto a género y demás categorías. Pero no podemos responsabilizar al lenguaje de conductas impropias o sexistas, quienes utilizan lo que llaman “lenguaje inclusivo” solo confunden a la hora de hablar y despedazan el idioma, y la realidad es que en nada contribuyen a erradicar este tipo de conductas detestables.

Muchos de nuestros políticos, que poco saben de gramática, usan sus púlpitos y tribunas solo para quedar bien cometiendo horrores gramaticales en sus discursos supuestamente “incluyentes”, pero que muy poco o nada hacen por invertir en el uso del Código Braille o de audiodescripciones para personas ciegas; en pictogramas para personas con autismo o para quienes no saben leer o escribir. Los índices de violencia de género, como feminicidios, acoso sexual y discriminación aumentan y no se solucionan hablando con modismos inaceptables. Ser incluyente no significa utilizar términos inexistentes en el diccionario, como “compañere”, “amigue”, “elle”, “colegos” o “presidenta” que hacen ver a las personas como incultos o ignorantes.

Seamos incluyentes en los hechos, respetemos todas las ideologías, géneros, condiciones sociales, edades, razas o preferencias; pregonemos con el ejemplo. Jamás utilizaré palabras no reconocidas por el idioma en mi discurso ni en mis escritos, y eso no me hace machista, ni misógino, ni homofóbico, ni racista ni mucho menos. Nuestro idioma es muy completo, hermoso, transparente en su capacidad comunicativa, y estratégicamente diseñado para hacer visibles a hombres y mujeres en la enunciación, y por supuesto que tiene reglas que no permiten inventos o injertos absurdos en las palabras. Otro insulto al idioma es utilizar en nuestros escritos ese recurso impronunciable que es el símbolo @, cuyo origen semántico nada tiene que ver con expresar masculino o femenino, pues la arroba es una unidad de medida medieval que hoy es propia en el uso del internet.

El poder de la palabra es casi total, y nos permite cosas fascinantes, como crear, recrear y transportarnos a otros mundos. Seamos sensatos y estudiemos un poco nuestra lengua antes de andar hablando y escribiendo como ignorantes.

En mi opinión, la evolución de la humanidad tiene que ver con la capacidad para ser y vivir mejor, y por supuesto comunicarnos mejor, por ello es necesaria una revolución donde académicos, autoridades y sociedad contribuyan a encontrar soluciones, y creo que la Real Academia Española debería enfocar sus esfuerzos a diseñar y actualizar estrategias para normar el lenguaje que llaman “inclusivo”; en tanto eso no suceda yo seguiré hablando y escribiendo como siempre he usado el idioma, haré algunas aclaraciones cuando sea necesario e insistiré en que luchemos desde la cuna para que haya respeto por las mujeres y la diversidad. Así veo las cosas.

Y para quienes quieran reír un rato, les comparto este link, para que defensores y detractores del tema admiren esta singular forma de expresar el lenguaje inclusivo de manera ejemplar y brillante, y para comprobar que no es lo más recomendable académicamente: https://www.youtube.com/watch?v=yfBgyj_MhcQ

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