jueves, abril 25, 2024
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Historias de Covid: 50 días sin saber de su esposa

POR Gerardo GARCÍA

Una esquina de la puerta del Centro Médico «Lic. Arturo Montiel Rojas» del ISSEMyM en Metepec, desde hace 49 días, Jesús Villavicencio Pérez, la ha hecho su hogar. Su esposa está internada desde ese lapso y aún no recibe el resultado de la prueba si es positiva a COVID, pero ya suma una cantidad de casi un millón de pesos por su atención en el lugar público, al no ser derechohabiente.

Su historia, es una de tantas que ha provocado la pandemia que ha golpeado a las familias mexiquenses más pobres y que incluso les ha arrebatado sus trabajos, pero no las esperanzas de recobrar la salud.

FOTO: Juan Hernández

El 8 junio, Villavicencio Pérez, quien es campesino de la comunidad de Salazar en Lerma, vio la separación de su familia, a las 7:00 horas su mujer empezó a convulsionar, no encontró cupo en otra clínica y la llevó al hospital del ISSEMyM y ahí inició lo que él califica una “pesadilla”, entre los malos tratos de los médicos y la carencia de estar sin ingresos.

«Está pesadilla para mi comienza el día lunes 8 de junio de este año por ahí de las 6.45, 7 de la mañana que ingresamos a este hospital con mi esposa grave, muy grave, casi muerta, casi muerta y desde ahí empezó este calvario que hasta el momento no ha tenido fin”, narró.

FOTO: Juan Hernández

Desde la banqueta del nocosocomio, ataviado con camisa de cuadros, un sombrero y un gabán, don Jesús cuenta su historia que en rato se le quiebra la voz, pero retoma fuerza y su mirada da un destello de que empezará a salir de esta etapa difícil.

Lamenta que en los 49 días que ha estado en el Centro del ISSEMyM, la incentidumbre ha sido su peor enemigo, alimentada por el personal médico que le da largas y poca información de su señora, incluso unos días le ha cruzado por su cabeza que ya está muerta y no se atreven a decírselo.

FOTO: Juan Hernández

Como testigo el sol y las nubes que han sido el único techo, firme responde que no dejará el hospital hasta que su mujer María Isabel salga de éste. El viernes de manera sorpresiva tuvo una videollamada y aunque duró apenas dos minutos, le vuelve la fuerza para seguir esperando.

“Pero yo la vi ya sin el tubo, con una mascarilla de oxígeno, muy maltratada por los efectos del tubo verdad, de más de 30 días, muy maltratada, vuelvo a repetir y vuelvo a recalcar, estamos viviendo una época en donde hoy entra mi paciente y al otro día le dicen ya falleció”.

FOTO: Juan Hernández

Jesús Villavicencio Pérez a la vez que tiene que luchar contra el demonio del COVID-19, si es quien ha enfermado a su esposa o no, una vez más es golpeado por la insensibilidad del personal médico que la semana pasada le entregó una cuenta de más de 926 mil pesos para darle de alta a su esposa.

De origen campesino, admite que ni en esta vida, ni en otra podrá juntar dicha cantidad y apela no solo a la sensibilidad de las autoridades del ISSEMyM, sino alza la voz para que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador retome su caso y se ponga “la mano en el corazón”.

“Tuve el error de ingresarla aquí a este hospital sabiendo que este hospital es para pura gente que trabaja para el gobierno, sabiendo que yo no soy derechohabiente pero ya había sido mi esposa rechazada de los hospitales que están alrededores por sobrecupo, era un caso de vida o muerte”, aseveró.

Villavicencio Pérez desde hace seis meses quedó sin trabajo. Desde el 8 de junio, todas las noches tiende unas cobijas en el piso a lado de la puerta principal del ISSEMyM. Ahí ha sorteado fríos y en los últimos días las lluvias, como también el insomnio que lo mata y le priva de poder dormir.

FOTO: Juan Hernández

«Muchas veces, es verdad y esto que le estoy contando Dios está de testigo, han sido días de no probar alimento, de esperar la voluntad  que pasa de la gente para regalarnos un pan, un taco, y muchas veces en la noche llegué a pensar lo peor».

Durante las mañanas y tarde, dispone a unos metros adelante un banco de plástico en el que carga sus preocupaciones, miedos y temores de cuando saldrá de esto.

En este tiempo de prueba difícil, también el campesino de Salazar ha sido testigo del desinterés y ayuda de las personas que llevan un bocado a todas las víctimas colaterales del COVID-19, los familiares que esperar el alta de sus pacientes.

Antes de esta difícil prueba, su padre murió y fue anotado en la lista larga de piso les víctimas de esta pandemia.

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