viernes, mayo 3, 2024
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El poder del narco

POR Alberto ABREGO

“El día en que yo no exista no va a mermar el tráfico de drogas” .

-El Chapo Guzmán

 

La violencia en México y en América Latina se ha incrementado durante las últimas décadas. Todos los días se registran ejecuciones, atentados hacia altos jefes policíacos, tiroteos en pleno día, cuerpos sin cabeza e infinidad de horrores que se complementan con la incapacidad policíaca para hacer frente a la llamada narco-violencia. Los niños y las mujeres son las principales víctimas inocentes de la criminalidad y la violencia asociados con el narcotráfico.

En México, hemos visto que muchos jóvenes se vuelven violentos por la pobreza, desunión familiar, malas influencias y falta de educación que los afecta desde niños, además del consumo de drogas y alcohol. Eso lo aprovechan los narcotraficantes y sus pequeños distribuidores que encuentran ahí su mercado y fuente de reclutamiento

Es difícil precisar los números cuando se trata de operaciones del narco, pero veamos algunos datos que son públicos:

El gobierno reconoce la existencia de 37 cárteles de la droga que operan en el país. Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México y de otras universidades  informaron que estos grupos delictivos generan más de 600 mil millones de pesos al año. Algunas Organizaciones no gubernamentales calculan que de ese dinero, los capos canalizan entre 10 mil y 20 mil millones de pesos para la compra de conciencias y sobornos, tanto en el vecino país del norte como en México. Se calcula también que la delincuencia organizada maneja anualmente en todo el mundo un capital de  500 a 600 mil millones de dólares.

Investigadores de diferentes universidades señalaron en una entrevista que publicó La Jornada en noviembre de 2018, que entre 800 mil y un millón de mexicanos participan en el lucrativo e ilegal negocio del narcotráfico, de ellos más de 30 mil son menores de edad. Por otra parte, fuentes oficiales revelan que de 2006 a la fecha ha habido más de 300 mil muertos relacionados con esta actividad en nuestro país, pues tan solo el INEGI reportó que en abril de 2018 ya se habían rebasado las 250 mil víctimas mortales.

El narcotráfico ya domina al mundo; la producción y distribución de estupefacientes se extendió hacia Europa, Asia y África, lo cual hace que la industria criminal crezca en términos financieros, pues según el departamento del Tesoro estadounidense, entre 2013 y 2017 habrían lavado cerca de 4 billones de dólares anuales. Mientras que datos publicados por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) revelan que la producción mundial de cocaína rebasa las 2 mil toneladas por año.

El 90 por ciento de las armas de alto calibre que los narcotraficantes introducen a México proviene principalmente de los estados de Texas, Arizona y California, donde se venden sin restricción ni registro alguno. ¿Y cómo reacciona Estados Unidos?, de una manera contradictoria, ataca a la oferta e ignora la demanda. Exige a México que ponga la casa en orden cuando la suya es un caos de adictos incurables. Parece que no saben que el problema es bilateral, pero ellos lo califican de unilateral.

América Latina, con muy pocas excepciones, tiene una larga tradición en el uso de la violencia letal que identifica siempre a la industria de las drogas, México, desafortunadamente no es una de esas excepciones ya que en nuestro país se habla diariamente de ejecutados, decapitados, muerte, impunidad, dinero, corrupción, control desde las prisiones,  sicarios, poder, etc., vocablos todos que nos llevan a uno sólo: el narcotráfico.

Tristemente, en México  ha quedado claro que quien manda es el narco, por ello miles de niños, mujeres, periodistas, funcionarios públicos, soldados, policías y más gente inocente han perdido la vida. Históricamente, ha quedado demostrado que el poder del crimen organizado en México se originó, se sostuvo y se nutrió desde las estructuras del Estado, en particular de aquellas que en teoría existen para combatirlo (Genaro García Luna, Javier Duarte, César Duarte, entre otros).

Lo peor es que ya nos acostumbramos a la violencia, porque el tráfico de drogas está ahí, forma parte de la realidad; los dilemas morales se han quebrantado durante décadas en un sistema de corrupción generalizada e institucionalizada. La posibilidad de una victoria sobre el narcotráfico se ve cada vez más lejana. Quienes viven en zonas de alta criminalidad seguirán caminando con la cabeza baja, cuidándose las espaldas, cuidándose de una bala perdida, o dirigida.

La sociedad en México y en América Latina está horrorizada, y nada parece indicar que en los próximos años esto vaya a ser diferente. Lo único que el catastrófico fracaso en materia de seguridad ha cambiado es el discurso.

Si bien México exporta drogas, Estados Unidos exporta armas. Ellos ponen la mayor parte de los adictos y nosotros la mayor parte de los muertos.

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