viernes, mayo 17, 2024
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EL VAMPIRO CANADIENSE

La lucha libre le salvó la vida y casi se la quita

Por Monick Huitrón

Esta historia quiero dedicarla a todos los niños y jóvenes que tienen sueños, pero que también tienen  una vida complicada y dura en medio de carencias, desamor, maltrato, abusos y abandono. A esos chicos que tienen que luchar todos los días para sobrevivir: aunque te haya tocado nacer con todo en contra, tú, puedes cambiar tu destino.

El Vampiro Canadiense es un gran ejemplo de que, el que quiere, puede. Porque con todos los pronósticos en su contra, supo abrirse paso en la vida y alcanzar su máximo sueño de ser una figura importante de la lucha libre. Le tocó nacer y crecer en un hogar de muchas carencias, de mucha pobreza. Al lado de su madre y de su hermana sorteó con mucha dificultad los primeros 13 años de su vida porque su padre se fue un día y nunca regresó. Era un niño extremadamente tímido y temeroso; en la escuela se burlaban de él por su gran estatura y porque casi no hablaba. Las tragedias lo marcaron desde pequeño; uno de esos días en los que su madre salió a trabajar y lo dejó solo en casa, un vecino mayor, abusó sexualmente de él; nunca habló con nadie sobre esto y se metió de lleno en la religión pasando gran parte del tiempo en la iglesia y dedicando muchas horas del día a leer la biblia. Al poco tiempo, cuando pensaba que en ese lugar estaba seguro, volvió a ser abusado sexualmente, esta vez, por el sacerdote; nuevamente, se calló tan terrible experiencia, sólo que al paso del tiempo, cuando el dolor se había acumulado y cuando cumplió 14 años,  harto de la vida que llevaba, se fue de su casa y empezó a recorrer diferentes ciudades y países; dormía en las calles, robaba para sobrevivir y empezó a consumir drogas. Así descubrió el fascinante mundo de la lucha libre y como no tenía dinero para pagar su entrada a las funciones, limpiaba los pisos y vendía boletos y  suvenires para poder ver de cerca a los luchadores. Al poco tiempo dejó Canadá, su país natal y se fue a Nueva York donde consiguió trabajo como elemento de seguridad en el bar del actor Mickey Rourke. Fue guardaespaldas de Milli Vanilli y hasta se alquiló para golpear gente, solo que después de la primera paliza que le tocó darle a un tipo que no quería pagarle a su jefe, supo que eso no era para él y decidió que era tiempo de volar para México; como no tenía para comprar su boleto de avión, robó una tienda y así llegó a nuestro país. Gracias a su carisma pudo llegar  hasta Antonio Peña, el fundador de Triple A, quien le dio su primera gran oportunidad y quien lo bautizó como El Vampiro Canadiense. Así, empezaba una nueva vida, lejos de todo lo que le había hecho tanto daño. Sin embargo, la fama y el éxito le llegaron demasiado rápido y lo llevaron a caer en excesos; alcohol drogas y mujeres, tenía a su alcance y a manos llenas, todo lo que nunca soñó tener.  El Vampiro era el luchador mejor pagado en México y a diferencia de los demás, él, cobraba en dólares y todo lo ganaba lo perdía. Solo pudo rescatar su departamento de Polanco, donde vive actualmente. Su vida tuvo un tiempo de calma y estabilidad cuando se casó, pero no le duró mucho ya que una dura lesión durante una función, lo llevó al hospital donde permaneció en coma y del cual salió con el terrible diagnóstico de no volver a caminar y, por supuesto, esto lo alejó de la lucha libre. Afortunadamente, no perdió la movilidad en su cuerpo, pero las secuelas de las lesiones de tantos años como luchador, le dejaron una lesión permanente y progresiva en el cerebro. Sin trabajo y sin dinero, su esposa lo dejó y su vida nuevamente, se vino abajo. A pesar de la prohibición médica de no volver a luchar, regresó a los cuadriláteros asumiendo todos los riesgos y consecuencias, saliendo  siempre bien librado. En 2011 se retiró.  También se ha dado el gusto de hacer música colaborando con diferentes agrupaciones de música gótica. Al final, el amor a Dasha, su hija, y las oportunidad que le ha dado la vida, lo hicieron cambiar y actualmente, se le ve tranquilo, sereno y dedicado a rescatar chicos en situación de calle, prostitución y adicciones a través del proyecto Ángeles Guardianes; es muy común encontrarlo en las calles de la ciudad de México ofreciendo comida a los limpiaparabrisas. Ellos le recuerdan su adolescencia cuando no tenía donde dormir ni que comer. Su carisma lo ha llevado también a participar en programas de televisión y ocasionalmente hace apariciones y participaciones especiales en eventos de lucha libre, siendo una pieza fundamental dentro de la empresa Juggalo Championship Wrestling. Al final, después de ir y venir, de probar las mieles del éxito y de pasar por lo más oscuro de la vida, Ian Richard, pudo encontrar en México un hogar y en el servicio a los demás, su gran misión de vida.

 

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